su hedor estaba en el aire .
Y mi olfato de perra no me falló. Nunca lo hace.
Hacía días que me lo venía oliendo... las señales me llevaban hasta ella, y por fin, ayer apareció en su boca.
Lo bueno de todo esto, es que parece que cada día me importa menos y que una vez más me reafirmo; alguien de allá arriba debió tocarme con una varita.
Soy mágica.
p.d: (1 de marzo)
Al final parece que canté victoria antes de tiempo.
No sólo apareció en su boca... sino que hoy lo hizo en persona. Y en realidad, me cogió desprevenida... Y aunque fue muy poquito tiempo, me puse tensa y me vine para casa con mal sabor de boca.
Pero, sea como sea, la varita sigue estando ahí.
Hoy le dedico esta entrada a mi olfato.