Me atreví a salir de mi silencio y hablar. A ser yo misma, con la cabeza bien alta, aceptando por entero mis sentimientos, emociones y actos. Estando totalmente en armonía conmigo misma, sin el molesto sentimiento de pensar que estoy haciendo el ridículo y luego sentir remordimientos por lo hecho.
Y vaya... qué bien sienta saltar la barrera del miedo, la del nerviosismo, la de la duda y todas las barreras que intentan frenarte cuando lo que realmente quieres es abrir las alas y soltar amarras. En otras palabras: "Hechándole huevos"
El resultado de este "experimento" no fue el deseado, pero lejos de sentir el dichoso remordimiento, me sentí orgullosa de mi misma.
Conclusión:
a cada paso
con cada golpe
con cada caída
yo me hago más fuerte.
"Ella es mujer que va aprendiendo"
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