viernes, 26 de septiembre de 2008

De prácticas y a lo loco (Diario de una practicante Parte I)

Viernes 19 de Septiembre:

1ª Práctica.
Profesor: Miguel

El colmo! Mi primera práctica y chispando... Genial.
Me quejé, pero el profe me dijo "Mejor, los días de lluvia se aprende más". Yo sabía que lo decía por consolarme, pero igualmente me lo creí.

Después de estar diez minutos explicándome los mandos y con el coche parado comenzamos a movernos.

Pocos nervios, poco control sobre el volante y muchos problemas con el embrague. (Llegué a creer que el embrague era mi enemigo...)

El profesor muy bueno, muy paciente y muy abierto.
Aprendí poco, pero me gustó. La sensación de estar conduciendo (aunque sin llevar los pedales) era muy buena.
Martes 23 de Septiembre:

2ª Práctica
Profesor: José

El día andaba nublado y con sol.

Le comenté que tenía muchos problemas con el embrague, así que hicimos un ejercicio con el embrague y freno hasta que lo controlé. Hicimos un recorrido y me dí cuenta que se me daba bien el freno.

El profesor algo seco pero muy bueno enseñando. Casí no se caló el coche, excepto en un stop y poco más.

Aprendí bastante. Me sentía un poco más segura y me animé mucho.

Viernes 26 de Septiembre:

3ª Práctica
Profesor: José

La peor práctica!

El día nublado y chispando.
Iba algo nerviosa pero más segura de mi misma y le dije que notaba que tenía problemas con el volante, así que hicimos un sencillo ejercicio que creo que me ayudo... Todo se verá con las demás prácticas.

Los primeros 30-35 minutos la cosa iba muy bien... Los pedales y la palanca casi no se me resistían, empezé a cogerle el truco a las rotondas y cambiaba de marchas sin problemas.

Hasta que llegó el holocausto.
Los últimos 10-15 minutos de la práctica pudieron conmigo.

El profesor me llevó a la circulación y dada la hora que era, había mucho tráfico.
Los coches empezaron a tocarme la pita y poco a poco perdí la concentración dejando paso al nerviosismo.

El coche se me caló en medio de una rotonda, en cuestas y en stops...
Dejé que el nerviosismo se apoderara de mí y ya no sabía lo que hacía. El profesor me rpetía que no me pusiera nerviosa y que me olvidara de las pitas, que eso siempre pasaba. Pero a mí me pesaban más las pitas de los conductores que lo que me decía el profesor...

Cuando terminó la práctica y me bajé del coche tenía ganas de llorar, pero me reprimí autoconvenciendome de que estoy aprendiendo y esto va a seguir pasando siempre. Así que decidí que mejor acostumbrarse a la situación y hecharle un buen par de ovarios.



La perra se va a poner muy perra al volante.
"Tras cada patada hay una respuesta"


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