Aunque la entrada anterior hablara de fortaleza, no siempre se puede controlar una montaña rusa.
De repente, me descubro buscándole... Miro los rincones y giro la cabeza a cada paso que escucho para ver si es él quien viene... Y cuando me doy cuenta de ello, se me acelera el corazón y me invade una sensación de ahogo.
Me siento tonta, sé que no hay por qué buscar, ni por qué preguntar... pero lo hago.
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